SANTORAL

jueves, 3 de diciembre de 2015

A LA VIRGEN DE LOS DESAMPARADOS PARA SALIR DE MALAS RACHAS Y DEPRESIONES


¡Oh! Soberana Reina, Madre,
y Señora de todos nosotros,
los más humildes y desamparados:
 
Se complace mi alma en Ti,
y en la grandeza de tu poder y elevación.
 
Soy indigno vasallo y devoto tuyo, 
y he merecido infinitas veces
la indignación de tu amado Hijo, mi Redentor,
por mis culpas y pecados,
y aún así te suplico que me recibas
 bajo tu manto, amparo y protección,
pues eres Santísima Madre mía,
 la firme áncora de mi esperanza
en los peligros y contratiempos de la vida.
 
Recíbeme Señora,  pues estoy desamparado,
para que de ahora en adelante 
mi corazón os rinda un devoto cumplimiento
a vuestras virtudes excelsas,
y seré humilde, atento y puntual
reconociendo las divinas leyes que rigen
 los destinos de la vida eterna.
 
Yo juro a Dios ante la Santa Cruz,
que mi devoción es sincera,
mi amor es profundo,
y en tu amparo y cobijo me refugio,
para de ahora en adelante
quedar bajo tu protección,
y ser digno de recibir tu ayuda
y tu amor maternal.
 

Socórreme Madre mía,
alivia mis cargas y mis penas,
y da un respiro a mi alma
pues de tantas dificultades en las que me hallo,
ya no puedo soportar tanta desdicha,
sufrimientos, penas y necesidades.
 
Ayúdame Madre mía,
a recobrar la tranquilidad, la calma, la paz,
y dame valor y fuerzas para volver a empezar,
para salir de la angustia y la depresión,
con energías renovadas, con alegría,
con optimismo, con esperanza y con tesón.
 
Quiero que borres de mi alma  las culpas pasadas,
y consiga lo que más convenga
para la tranquilidad y felicidad,
para abrir nuevos caminos,
y encontrar la serenidad y la prosperidad,
hasta que llegue el momento
en que haya de encontrarme contigo
en los senderos augustos de la eternidad.
 
Amén.
 
Se reza tres Ave María en memoria de las tres horas que estuvo la soberana madre al pie de la cruz,
sufriendo por el martirio que padecía su precioso hijo,
para que se digne asistirnos en todos los momentos y principalmente a la hora de nuestra muerte.
 
 

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