Glorioso San Charbel,
tu eres el más grande intercesor
en todos los problemas de difícil solución:
Bendito monje del silencio,
que con tu humildad, bondad y misericordia
para con los más necesitados
lograste mejorar las condiciones de vida
de todos los que a ti acudían con fe,
y a nadie dejaste jamás sin ayuda.
Ante ti, hoy acudo con esperanza,
pues son muchas las dificultades
que a modo de obstáculos continuos
aparecen en mi vida,
y no logro darles solución por mi mismo.