¡Oh Dios mío, Padre Omnipotente,
que desde el primer momento
en que pusiste al hombre sobre la faz de la Tierra
has velado por su sustento y bienestar,
aparta de mi la miseria!
Bendito Padre Celestial,
no permitas que las necesidades hagan mella
en mi y en los míos,
causándonos sufrimiento y desesperación,
antes bien, bendícenos, y alcánzanos,
con tu infinita misericordia,
el éxito, la prosperidad y el progreso.
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