¡Oh Milagrosa Reina María Lionza!,
tu que sacrificaste tu esplendorosa belleza
en aras del amor a Cristo,
no importándote los placeres
que en la tierra tenías reservados
y que Cristo, a cambio, te concedió infinito
de remediar, curar, socorrer, abogar y consolar
a tus semejantes en este mundo terreno,
pídote de rodillas y con infinita devoción,
me concedas lo que aquí humildemente te ruego,
si es para bien mío y gloria vuestra.
Amén
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